Mendigando tus ojos
Como un semidiós, pseudo-dios, un crucero
derrotado,
buscando atracar tu universo
en parálisis.
El reloj de arena, con su guillotina, promulga
cualquier gorjeo,
algún pálido síntoma de revuelta
ante el vasallaje.
En la plaza, junto a un banco, mendigo
perdón,
un déjà vu que nunca se clona,
tus ojos.
Me leo, me escucho y, maniatado, dormito
en busca de tu bahía
en que Penélope me eres; y en tu voz,
soy Huidobro.
Inscription à :
Publier les commentaires (Atom)
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire