La voz del almuédano
¡Te Adoro, Bélgica!
Lejos quedará la voz del almuédano
que en los amaneceres (puede ser éste
el último), aún no lozanos, soplan
en mi polvorienta memoria. Los cánticos
serenos que invocan a la plenitud. El laúd
sin acorde que deja su rostro. El rastro
de los que tejieron las mohalacas. El zéjel
que puede ser esto que escribo; una lira
que aún percibe mis sentidos, es aquella voz
del almuédano en algún lejano, o cercano ,alminar. La luz
que me azota será opaca cuando todo, yo mismo,
se tiña de otra esencia. El decoroso alud
será la voz que me abrase. El almuédano
dejará de existir (no porque deje de creer en él). El laúd
dejará de ser laúd y serás tú. La voz serás
tú que me despierte. Los cánticos serán tus enmudecidos
besos que serán el alba negruzca de las sábanas. Tú
a quien invoco sin estar en una torre. Aquí
yazco porque existo (o creo existir), porque
me crees, porque crees en mí, porque
crees en mis palabras. Las palabras que yo
creo (estando contigo) haciendo de almuédano
en el jovial céfiro del alminar donde posa tu callada voz.
Mehdi Mesmoudi Padinha
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