dimanche 7 juin 2009

Pradera de mis ojos

Pradera de mis ojos

¡Te Amo,

Bélgica!

Pradera sin bosques ni arbolado, tú eres;

tierra firme y acompasada, tú eres;

llanura montañosa y verdosa, tú eres;

flor singularísima y sin igual, tú eres.

¿Qué es lo que aún no he dicho que eres?

Tú me plantas como un arbolado y un bosque en tu pradera.

Tú me sostienes como la firmeza acompasada de tu tierra.

Tú me escalas como escalaría tu verdosa llanura montañosa.

Tú me rocías como flor singularísima, tu voz, y sin igual.

Tú, pradera, tierra, llanura, flor; tú, tú, tú, y…

No te cansas de duplicarte y multiplicarte;

yo, que no soy Lao Tse ni Chuang Tzu; yo,

que amo el mundo pastoril y el aire primigenio,

yo amo la pradera, la tierra, la llanura y la flor;

yo, forjadora de mis ojos, mi voz y de mi porvenir, yo te amo a ti.


Mehdi Mesmoudi Padinha

lundi 1 juin 2009

Los libros y yo


Los libros y yo

 

Los libros sintetizan lo que diré.

Yo diré lo que no podrán decir los libros.

Mañana me habré ido

y ni los libros ni yo

podrán decir que alguna vez había existido

como estos libros que justifican

mi existencia

y velan por el que escribe ahora

y el que leerá mañana.


 

Mehdi Mesmoudi Padinha

dimanche 31 mai 2009

Borges y las coplas

Borges y las coplas

 

     El propio maestro argentino relata esta anécdota:

 

Había una persona de Pehuajó que ya me traía harto. Entonces yo le pregunté si él conocía aquella famosa copla de Pehuajó y se la recité mientras la inventaba:

 

“En el medio de la plaza

del pueblo de Pehuajó”

 

(Observa la aliteración: plaza, pueblo, Pehuajó, que se repite en el último verso)

 

“En medio de la plaza

del pueblo de Pehuajó

hay un cartel que dice:

la puta que te parió”.

 

¿Y sabés qué me contestó el hombre en cuestión? “sí, Borges, ya la conocía…”.[1]

 

 



[1] SANCHEZ FERRER, José Luis., El universo poético y narrativo de Jorge Luis Borges, Madrid, Anaya, 1992, p.45

mercredi 27 mai 2009

Yo maté y engendré a Borges

Yo maté y engendré a Borges

 

Me disculpé con Borges cuando estaba dictándome sus nuevos borradores y me levanté para abrir la ventana por el calor que hacía. Una semana después, me comunicaron que Borges estaba hospitalizado gravemente por un golpe que se había dado en la cabeza con una ventana. Hoy, alrededor de mi tumba en Ginebra, los que intentaban matarme, depositaban sus flores.

 

Mehdi Mesmoudi Padinha

Piromanía intelectual

Piromanía intelectual



Yo he traducido aquellos cartapacios que Cervantes había comprado de un muchacho de Toledo. Aquel morisco aljamiado que acogió Don Miguel en su hacienda durante un mes y medio era Gerónimo de Rojas que yo mandé a la hoguera. Yo quemé la biblioteca de Granada y de Alonso Quijano. No entiendo por qué estoy tratando ambiciosa e inútilmente de aniquilar a Borges.


Mehdi Mesmoudi Padinha

dimanche 24 mai 2009

Rendido a las órdenes y a las arenas

Rendido a las órdenes

Y a las arenas

 

     Un azote de pujante sol me despertó en las arenas de Argel cuando desembarcaban Moctezuma y Cleopatra al ritmo de tambores con unos documentos que Mehmet Dragut pudo reconocer como Las Capitulaciones de Otumba y Orán.

 

 Mehdi Mesmoudi Padinha

Como dos Ríos

Como dos Ríos

 

¡Te Adoro,

Bélgica!

 

Como el Bravo

y el Jordán

estamos hechos

de ti

de mí

de los dos

en ti

en mí

entre los dos

nuestros ojos

como cauces

donde nuestras bocas

son el afluente

de una sonora melodía

a contracorriente

y ahí donde el universo

es nosotros

donde todas las cosas

del mundo

lleva nuestro nombre

bautizado

en las paredes

y tus uñas

en mi espalda arqueada

y las sudorosas sábanas

cuando el Bravo

y el Jordán

se unen


Mehdi Mesmoudi Padinha

 

mercredi 20 mai 2009

“Imaginando el pasado”

“Imaginando el pasado”

 

“Imaginar el pasado y recordar el futuro”

Carlos Fuentes, La muerte de Artemio Cruz

 

 

 

 

Allá a lo lejos

caminan mis antiguos amores

como espinosos espectros

por la esencia de una melodía

diciéndome siempre

y como siempre

que un día volverán

y yo esperando

tan cerca

del mar

a que una voz

o las olas bravas

golpeen de una vez

estos recuerdos.

 

 

 

 

 

Mehdi Mesmoudi Padinha

Re-escribiendo el mismo poema

 

Re-escribiendo el mismo poema

 

 

     Envuelto en tierra tártara me desperté, después de haber visto una lejana sombra que venía de Occidente con un libro abierto entre las dos grises manos. Abrí los ojos (creyendo haberlos abierto), y al final del poema estaba el nombre de Coleridge llevando mi atuendo y mi ánima en la regia corte de Kublai Khan.

 

 

 Mehdi Mesmoudi Padinha

 

lundi 18 mai 2009

Yo no soy yo

 

Yo no soy yo

 

A mi “yo”

 

 

Imaginen una casa

con sus ventanas abiertas,

los grifos abiertos,

el fuerte viento que sopla dentro de esa casa,

las hojas arrancadas del escritorio

volando como libertinas mariposas

y un cuerpo de alguien,

ocurre que ese alguien es alguien

que se sienta en el mismo escritorio que yo,

que escribe las mismas pavadas que yo,

que siente miedo y añoranza como yo,

que llora tanto como un niño y es un niño como yo;

y lo extraño,

lo más extraño

 es que cuando me quieren llamar

se equivocan de nombre.

 

 

Mehdi Mesmoudi Padinha

Cuando digo me muero por vos

Cuando digo me muero por vos

 

 

A Calafia

mi amor

 

 

Me muero por vos.

Cuando digo esta expresión

es que de verdad me muero por vos

con todas las faltas ortográficas y sintácticas que podrían surgir,

con todo el desorden nacional, o internacional, que podría causar mi expresión

(robos a mano armada, saqueos, raptos, asesinatos en masa, violaciones…),

con toda la indiferencia, o hasta llegado al insulto, que podría incitar mi manera de decir las [cosas.

Pero, la verdad es que me muero por vos

siendo yo el unánime portavoz de todo mi cuerpo

y el lucífero confidente de mi alma tuya.

Cuando digo me muero por vos

también pienso en las turbaciones que podrían sufrir mis pulsaciones

al llegar a decir me muero por vos,

que llegado un momento alguien con un bisturí, o con preguntas,

me exorcizaría el me muero por vos para descifrar, o al menos, analizar

(si es que llega a hacerlo)

el causante de ese me muero por vos,

que alguna agonía, o algunas, podría sufrir

al sentir en mis labios el me muero por vos

(ahora que pienso un poco

me he dado cuenta de que me han irrumpido tantas agonías).

Al decirte me muero por vos

sé que me acusarán de fingir como si fuera alguien de un lupanar,

de ser un cliente fijo en algunos bares,

o ser un marica tirándome al barman,

de ser un íntimo amigo de Onetti, Verlaine, Hemingway, Rimbaud o Bukowski,

o de emborracharme con tanto leer a Neruda o a Bécquer.

En realidad, voy a decir lo que dijo Sábato en El Túnel,

me importa un bledo lo que digan de mí,

no tengo por qué dar explicaciones a nadie,

de llenarme tanto la boca con tantas y tantas justificaciones.

Cuando digo me muero por vos,

cuando te digo, amor mío, que me muero por vos

es que me muero por vos.

 

 

Mehdi Mesmoudi Padinha

…como un caballo de Siria

 

…como un caballo de Siria

 

 

A Pablo Neruda

 

 

Vos necesitás (dijistes) un relámpago de fulgor persistente,

un deudo festival que asuma tus herencias.

Yo tan sólo necesito algo con que poder mi nombre sostener

cual si fuera una daga o un verso de Quevedo,

llevarlo a hombros de un lugar a otro cual si fuera Sísifo,

protegerlo de los huracanes y los ciclones,

ocultarlo en lo más hondo de un ser

(tal vez en alguna rima de Bécquer),

esconderlo en una cueva donde no alcancen los rumores ni los escupitajos

hasta que pase la tormenta.

Y después, brillar harto áureo como un aljófar,

como la albina sombra de una esfinge,

siendo el fulgor de un Fénix jamás visto,

harto fulgurante

cual un collar en una mujer,

harto ligero

como un caballo de Siria.  

 

 

Mehdi Mesmoudi Padinha

dimanche 17 mai 2009

Pasajero deseo

 

Pasajero deseo

 

 

 

No niegues que tu dócil boca al chocarse

con la mía marchita, placer fue, en un lábil ósculo.

No digas que violencia existió al estrellarse

esos diminutos trozos de carne en un deseo minúsculo.

 

 

 

No oses bautizar de profana mi boca inmaculada

que nada tuvo que ver con el delito mayúsculo

de ser posesa por mi lacia y noctívaga alma enamorada.

Se vuelve insoportable el eternal esperar, rudo,

 

 

 

de retornar entera y adamantina a tu jovial nido,

rejuvenecida, fértil y viva, entregándome el infinito.

 

 

 

Mehdi Mesmoudi Padinha

Poesía que soy y no tengo

 

Poesía que soy y no tengo

 

 

 

 

Ligeramente lloré (cuando vi que pusiste,

mi Maestro sin par Borges), “la rosa es sin porqué,

florece porque florece”. Cual Jafez volé,

“mi polvo será lo que soy”.

 

 

 

Diosas, baladíes palabras mías,

no me juzguéis como un creador

sino como un hombre

a quien ha destrozado la poesía.

 

 

 

 

 

Mehdi Mesmoudi Padinha

Mundanalmente celeste

 Mundanalmente celeste

 

 

¡Te Adoro, Bélgica!

De tu mundo

remoto

Sherazade

curandera

fuente

bendita

me forjaste

como ojo

como espada

como catleya

como agua

como vida

 

 

Como nada

con una catleya

y una vida

como catleya

entré

en tu mundo

 

 

 

 

Mehdi Mesmoudi Padinha

La voz del almuédano

La voz del almuédano

 

 

¡Te Adoro, Bélgica!

 

 

Lejos quedará la voz del almuédano

que en los amaneceres (puede ser éste

el último), aún no lozanos, soplan

en mi polvorienta memoria. Los cánticos

serenos que invocan a la plenitud. El laúd

sin acorde que deja su rostro. El rastro

de los que tejieron las mohalacas. El zéjel

que puede ser esto que escribo; una lira

que aún percibe mis sentidos, es aquella voz

del almuédano en algún lejano, o cercano ,alminar. La luz

que me azota será opaca cuando todo, yo mismo,

se tiña de otra esencia. El decoroso alud

será la voz que me abrase. El almuédano

dejará de existir (no porque deje de creer en él). El laúd

dejará de ser laúd y serás tú. La voz serás

tú que me despierte. Los cánticos serán tus enmudecidos

besos que serán el alba negruzca de las sábanas. Tú

a quien invoco sin estar en una torre. Aquí

yazco porque existo (o creo existir), porque

me crees, porque crees en mí, porque

crees en mis palabras. Las palabras que yo

creo (estando contigo) haciendo de almuédano

en el jovial céfiro del alminar donde posa tu callada voz.

 

 

 

Mehdi Mesmoudi Padinha

 

Cervantina suposición

Cervantina suposición

 

 

A Miguel de

Cervantes

 

 

A veces pienso (o a menudo)

que tal vez las dos partes del Quijote

no fueran en verdad las aventuras de Don Quijote

sino más bien un libro,

un libro más en la biblioteca de Alonso Quijano.

 

 

 

Mehdi Mesmoudi Padinha

Borges me necesita

 

Borges me necesita

 

 

     La leyenda (y sólo Alá es la leyenda viva de todas las leyendas) cuenta que Emín Arsalán, un rey persa, había mandado a su visir Nisalmulmulk para que le trajera a un poeta juglar, un trovador como aquellos de la Península Ibérica antes de que Isabel y Fernando los apresaran como apresaron a Juana en la habitación de un castillo abandonado en las afueras de Nápoles.

Se dice que Emín Arsalán, un familiar de Selín “le magnifique”, que acababa de tomar Chipre, le habían regalado unas esclavas cristianas, se enamoró de una esclava cristiana.

El rey de Persia cuando fue a rendir honores al rey turco vencedor se le apareció como por arte de magia una de esas esclavas. Él creía que se trataba de Sherazade o Walada y se cayó encima de la alfombra rindiendo pleitesía a aquella mujer que altivamente lucía una áurea túnica rojinegra y unos adamantinos cabellos lacios.

Al galope, con su mejor caballo, harto ligero que Joyeuse, más rápido que Babieca, regresó Emín Arsalán a su alcázar en Ispahán.

Nadie alivió los males del califa. Ni Almutanabi, Abu Nawás ni Omar Jayám pudieron con el veneficio de la cautiva cristiana que tenía como nombre el de Beatrice d’Inferno.

El visir ofreció, entristecido, así su destino al sable de su rey. Emín Arsalán, a punto de cortarle la cabeza, escuchó una lejana melodía de un pastor. El rey, impaciente, le perdonó la vida de su visir y le ordenó que fuera y le trajera ese pastor a su corte. El visir juró no volver sin el pastor.

No supe lo que pasó después porque todo lo que he llegado a contar hasta ahora lo había escuchado de un mercader cuando venía de El Cairo. Llegando a Orán escuché:

“L’histoire du roi de l’Orient est très belle et intéressante, je vous recommande de l’acheter si vous voulez dormir en pleine paix.”

Me acerqué, temblando, a un hombre que decía saber francés y español, y le pregunté que qué había dicho aquel pregonero porque yo no entendía el francés, tan sólo lo hablaba.

Cuando me lo explicó, fui a donde estaba el mercader y le di todas las monedas de oro que en mi bolsa tenía porque no pude conseguir dos arrobas de pasas y dos fanegas de trigo.

El pregonero se esfumó con las monedas de oro y yo me quedé tan satisfecho con esa historia.

Abrí los cartapacios y sólo pude encontrar tres líneas divididas en dos secuencias separadas por un espacio en blanco. Estaban en árabe que yo desconocía. Le pagué a ese hombre, el que decía saber francés y castellano, con lo que tuve para que me lo tradujera al español porque al parecer recuerdo que él también hablaba árabe, pero no lo podía decir por lo del decreto de Cisneros.

Me fui corriendo, como así me aconsejó Leopoldo Lugones, como así se llamaba aquel traductor, para no despertar sospechas y me escondí en un rincón de la terraza de una mezquita y leí:

 

Así ha salvado la vida

Nisalmulmulk el capaz,

Porque al pastor de la copla

 

 

 

 

Nunca pudieron hallar

Con que, el visir que buscaba,

Tampoco volvió jamás.1

 

Cuando terminé de leer estos versos lo entendí todo y saqué unas conclusiones:

-          El visir emprendió su aventura (porque se alargó la búsqueda del pastor) y se dio cuenta después de que su nombre era Simbad.

-          El visir con tanto andar por el desierto olvidó ya el trayecto que había tomado el pastor y no pudo volver a la corte del rey porque sabía lo que le esperaba.

-          El visir jamás salió de la corte porque el rey estaba en un sueño profundo del que no podía despertar.

La última conclusión que me quedó es ésta y que considerarán válida:

-          Toda esta farsa no ocurrió nunca porque me tomé la osadía de leer a Lugones cuando éste, tratando de componer su Romancero, estaba leyendo Las Mil y una noches.

Que conste también que nunca estuve en Orán ni en El Cairo. Ahora que pienso un poco, no sé qué demonios hago en un palacio con una espada esperando a mi visir.

 

[1]

 Mehdi Mesmoudi Padinha

 



[1] LUGONES, Leopoldo, Romancero, Madrid, Espasa-Calpe, 1969., p.96

samedi 25 avril 2009

El sueño de la gaviota

El sueño de la gaviota



Ayer soñé con Bach que estaba soñando con Tzu. Sin saber lo que leía, divisaban mis ojos lo siguiente: "Richard Bach soñó que era una gaviota. Al despertar ignoraba si era Bach que habia soñado que era una gaviota o si era una gaviota y estaba soñando que era Bach". Me asusté creyendo que estaba en el cuerpo de Ocampo o Borges, así que con mis alas me contuve entreteniéndome con los libros que habitan mi biblioteca.


Mehdi Mesmoudi Padinha

mercredi 28 janvier 2009

Un espejo

Un espejo



Un libro
Un paisaje
Un epitafio
Un poema
Un eco
Un espejo
Me multiplico en lo que no soy
Soy el otro (el que me ve
Y no me mira)
Me multiplico en lo que no soy
Soy el otro (el que no quiere ser yo
Ni lo querrá)
Me multiplico (en uno
Dos
Tres
Cuatro
…)
Me reduzco (me cuadruplico
Me triplico
Me duplico
Me…)
Me reduzco a uno (el que no soy
Ya me llevaron
Me saquearon
Y ya no soy yo)
Soy el otro (el que escribe)
Y mañana seré otro (el que lo leerá
Y sólo verá
Un libro
Un paisaje
Un epitafio
Un poema
Un eco
Un espejo)
Un espejo de lo que soy yo.



Mehdi Mesmoudi Padinha

jeudi 22 janvier 2009

"Azaroso" destino?

"Azaroso" destino?



“Nada o muy poco sé de mis mayores
Portugueses, los Borges: vaga gente
Que prosigue en mi carne, oscuramente,
Sus hábitos, rigores y temores.

(…)

Son Portugal, son la famosa gente
Que forzó las murallas del Oriente

Y se dio al mar y al otro mar de arena.
Son el rey que en el místico desierto
Se perdió y el que jura que no ha muerto.”


Jorge Luis Borges
: “
Los Borges
”,
El hacedor
., p.117



Nunca soñé (ni en sueños ni en vigilia)
Que me soñarías alguna vez, algún día;
La primera vez pudo ser azar o fantasía,
Un delirio de aquél (yo) que pertenece a Portugal y Arabia.



Mehdi Mesmoudi Padinha

Sabías de mí

Sabías de mí



Jorge Luis Borges: "Homero y yo nos separamos
en las puertas de Tánger; creo que no nos dijimos 
adiós."

Jorge Luis Borges, "El inmortal" (El Aleph). Pág.26



Como Imhotep, me resucitaste para presenciar esta cita. Hablaste de mí y en vez de poner mi nombre, alrededor de mí creaste una metáfora (sincrónica y diacrónica), el lugar donde yo nací, para hacer alusión (ayer) a la alusión mía (que profetizaste) que yo te hago (ahora) a vos.


Mehdi Mesmoudi Padinha

samedi 10 janvier 2009

Pronto oscurecerá

Pronto oscurecerá

 

 

 

Pronto oscurecerá

Pronto…

Muy pronto…

Oscurecerá en los inmensos valles que te acariciaban el cuerpo

El viento ya no pronunciará ese eco que traía el dócil acorde mi voz

Oscurecerá en los caminos donde andaba tras ti preocupado y extrañándote

Oscurecerá sobre los jardines y los paisajes que me dibujabas

Oscurecerán las plácidas mañanas que me llevaba conmigo

Y el sol pujante que me protegía de la envidia y la curiosidad foráneas

Pronto oscurecerá

Pronto…

Muy pronto…

Pronto retornaré a mi cobertizo y a mi templo

Retornaré a mis heridas acurrucado protegiéndome del frío y del no sé qué

Oscurecerá de nuevo esta hermosa sonrisa como si nada

Oscurecerán mis ojos mis miradas

Oscurecerá algo en mí y nadie lo sabrá nunca lo sabré

Cargaré con este muerto ahora hoy mañana y siempre

Iré siempre a arrastras con este cadáver oculto del sol y la luna de la gente de la luz

Iré cuando y donde menos lo imaginen escondido en algún objeto metal algún chisme

Iré siempre con un réquiem sin invitados de honor ni de honra

Seré esa tos ese vómito ese residuo eso que no tiene nombre y que se podría llamar de todo

Retornarán a mí las marchitas flores y un diario opaco

Un diario donde el sabor a una ciruela me sabrá lejano, muy lejano

Pronto oscurecerá

Pronto…

Muy pronto…

Pronto sin darme cuenta cesaré yo también de escribir

Y nadie cesará por mí

Por haber cesado de escribir

Y por haber cesado de existir.

 

 

 

 

Mehdi Mesmoudi Padinha

Pronto oscurecerá

Pronto oscurecerá

 

 

 

Pronto oscurecerá

Pronto…

Muy pronto…

Oscurecerá en los inmensos valles que te acariciaban el cuerpo

El viento ya no pronunciará ese eco que traía el dócil acorde mi voz

Oscurecerá en los caminos donde andaba tras ti preocupado y extrañándote

Oscurecerá sobre los jardines y los paisajes que me dibujabas

Oscurecerán las plácidas mañanas que me llevaba conmigo

Y el sol pujante que me protegía de la envidia y la curiosidad foráneas

Pronto oscurecerá

Pronto…

Muy pronto…

Pronto retornaré a mi cobertizo y a mi templo

Retornaré a mis heridas acurrucado protegiéndome del frío y del no sé qué

Oscurecerá de nuevo esta hermosa sonrisa como si nada

Oscurecerán mis ojos mis miradas

Oscurecerá algo en mí y nadie lo sabrá nunca lo sabré

Cargaré con este muerto ahora hoy mañana y siempre

Iré siempre a arrastras con este cadáver oculto del sol y la luna de la gente de la luz

Iré cuando y donde menos lo imaginen escondido en algún objeto metal algún chisme

Iré siempre con un réquiem sin invitados de honor ni de honra

Seré esa tos ese vómito ese residuo eso que no tiene nombre y que se podría llamar de todo

Retornarán a mí las marchitas flores y un diario opaco

Un diario donde el sabor a una ciruela me sabrá lejano, muy lejano

Pronto oscurecerá

Pronto…

Muy pronto…

Pronto sin darme cuenta cesaré yo también de escribir

Y nadie cesará por mí

Por haber cesado de escribir

Y por haber cesado de existir.

 

 

 

 

Mehdi Mesmoudi Padinha

Pronto oscurecerá

Pronto oscurecerá

 

 

 

Pronto oscurecerá

Pronto…

Muy pronto…

Oscurecerá en los inmensos valles que te acariciaban el cuerpo

El viento ya no pronunciará ese eco que traía el dócil acorde mi voz

Oscurecerá en los caminos donde andaba tras ti preocupado y extrañándote

Oscurecerá sobre los jardines y los paisajes que me dibujabas

Oscurecerán las plácidas mañanas que me llevaba conmigo

Y el sol pujante que me protegía de la envidia y la curiosidad foráneas

Pronto oscurecerá

Pronto…

Muy pronto…

Pronto retornaré a mi cobertizo y a mi templo

Retornaré a mis heridas acurrucado protegiéndome del frío y del no sé qué

Oscurecerá de nuevo esta hermosa sonrisa como si nada

Oscurecerán mis ojos mis miradas

Oscurecerá algo en mí y nadie lo sabrá nunca lo sabré

Cargaré con este muerto ahora hoy mañana y siempre

Iré siempre a arrastras con este cadáver oculto del sol y la luna de la gente de la luz

Iré cuando y donde menos lo imaginen escondido en algún objeto metal algún chisme

Iré siempre con un réquiem sin invitados de honor ni de honra

Seré esa tos ese vómito ese residuo eso que no tiene nombre y que se podría llamar de todo

Retornarán a mí las marchitas flores y un diario opaco

Un diario donde el sabor a una ciruela me sabrá lejano, muy lejano

Pronto oscurecerá

Pronto…

Muy pronto…

Pronto sin darme cuenta cesaré yo también de escribir

Y nadie cesará por mí

Por haber cesado de escribir

Y por haber cesado de existir.

 

 

 

 

Mehdi Mesmoudi Padinha