Como todas las cosas del mundo
(lo supieron Chuang Tzu, Jafez, Silecius)
voy circulando
como la luna impar,
como el recuerdo de los que me dieron vida,
los que me dan vida cada vez que me sacudo el alma
y la saco a pasear,
como esa luna impar,
como todas las cosas del mundo.
Soy ese reloj de arena
(del que habló y sufrió Borges),
yo heredé este destino y siento
que soy el eco de todos los que hablan en mí
y ninguno habló de mí.
Soy la espera de Penélope
y ansío arena, tierra, almuédano,
todas las cosas de ese mundo
que no tiene este mundo.
Soy lo que queda de Ulises,
un mito.
Como todas las cosas del mundo
(lo supieron Cervantes y Alonso Quijano)
como la luna impar que ya no será luna,
dejaré de ser el eco de Ulises
y tendré en mis temblorosas manos arena, tierra, almuédano,
seré un tal Alonso Quijano,
que soñó con ser don Quijote,
que un día fue, tal vez, don Quijote,
y soñaré que nunca había salido de Tetuán
y entre mis libros habrá uno titulado:
"El lector de Las Mil y una historias de Baja California Sur".
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